
El uso del SAF reduce las emisiones de carbono, protege el medioambiente y contribuye al futuro sostenible de la aviación.
Por su carácter renovable, reduce las emisiones de CO2 hasta en un 90% durante todo el ciclo de vida, en comparación con combustibles fósiles.
Es químicamente análogo a los combustibles fósiles tradicionales utilizados en los motores actuales.
Sin necesidad de realizar modificaciones en los motores existentes ni en el sistema de distribución.
Acelera la descarbonización en todos los sectores, especialmente en aquellos de compleja electrificación.
Posiciona a las aerolíneas como compañías comprometidas con la sostenibilidad.
Ayuda a diversificar nuestras fuentes energéticas y contribuye a incrementar la seguridad de suministro y la independencia energética en España y Europa.
Es una solución energética sostenible porque se produce a partir de residuos que, de otro modo, serían desechados o terminarían en vertederos.
El SAF, combustible sostenible para la aviación, es un biocombustible de segunda generación que se produce a partir de residuos como aceite de cocina usado o deshechos agrícolas y ganaderos. Reduce las emisiones de CO₂ un 90% durante todo el ciclo de vida en comparación con los combustibles fósiles tradicionales.
A partir de desechos y residuos tratados previamente para eliminar impurezas. Estos materiales se refinan a través de un proceso llamado hidrodesoxigenación, que elimina el oxígeno, el azufre y el nitrógeno procedente de estas materias primas renovables.
El SAF reduce las emisiones de CO₂ un 90% durante todo el ciclo de vida en comparación con el combustible fósil. También impulsa la economía circular al utilizar residuos orgánicos.
Se puede usar en los motores actuales de los aviones y las infraestructuras aeroportuarias, por lo que no requiere inversiones adicionales.